miércoles, 25 de abril de 2012

CAPÍTULO 18: "El costo de una verdad dolorosa"


Carolina alisaba su cabello con un cepillo, mientras observaba su rostro reflejado en el espejo. Su expresión era serena, al tiempo que el peine es movía en forma descendente por sus suaves cabellos y su cabeza se llenaba de pensamientos. Eran varios meses los que habían pasado desde la última vez que había visto a Alonso. Cuando él se fue, ella estaba embarazada de Eva, la pequeña niña que ahora dormía sobre su cama.

La joven madre sabía que el médico venía de regreso al recinto militar en donde vivía actualmente y recordaba que una historia de amor en desarrollo se había truncado sin concretarse. No quería aferrarse a una ilusión, ni mucho menos dejarse llevar por ella, pero su corazón sin dominio latía más rápido cada vez que recordaba que él estaba a pocos kilómetros.

Se abrió el grueso portón metálico que era el único acceso al Oasis en el desierto. Ingresó el vehículo militar y luego de unos segundos, Alonso descendió de él. Lucía más delgado, con el pelo crecido y enmarañado, pero su sonrisa y mirada era la misma.

Se miraron intensamente durante unos momentos, sin saber que hacer. Carolina fue quien rompió la tensión, corriendo con prisa para lanzarse a los brazos de Montero y fundirse en un gran y apretado abrazo.

- Pensé que no te iba a volver a ver... -Dijo la muchacha, con ojos cerrados, sosteniéndose fuerte del médico, antes de reiterar- Tenía mucho miedo de no volverte a verte nunca más...

Alonso separó a Carolina, tomando su rostro firme con ambas manos para mirar cada detalle de su cara. Montero se veía emocionado, pero aguantaba unas lágrimas ansiosas por estallar. Disparó preguntas como si fuese una metralleta, ansioso, atropellándose las palabras en su boca sin dar tiempo a Carolina a responder. La muchacha lo calmó, ahora que había vuelto tendrían todo el tiempo del mundo para hablar de eso y mucho más.

Se volvieron a abrazar, hasta que Emilia llegó a su lado para ofrecerle al médico comida y una ducha. Alonso la aceptó, mientras recordaba que la hermana de Joaquín había amanecido desnuda a su lado la noche anterior. Este pensamiento fue recurrente una y otra vez mientras Alonso disfruta el largo baño bajo la ducha, pensando en el momento en que ella revelaría el incidente a Carolina. Era cosa de tiempo, estaba seguro, más temprano que tarde ella hablaría con la verdad, por lo que prefirió adelantarse.

Carolina ingresó al comedor, que por ser una ocasión especial, estaba preparada con mantel largo, flores y un gran despliegue de apetitosos alimentos. Al fondo de la sala Alonso la esperaba. Carolina se acercó, con paso lento y gran sonrisa, casi como una novia que avanza hasta el altar para dar el sí que cambia su vida. La expresión del Médico la alertó, estaba serio, complicado, visiblemente contrariado. Carolina no esperó más y preguntó que pasaba, la respuesta de Alonso tampoco tuvo rodeos, confesando lo sucedido con la hermana de Joaquín la noche anterior.

La confesión caló hondo en Carolina, quien en cosa de segundos vio todas sus ilusiones destrozadas. Los meses de larga y angustiosa espera repentinamente se volvían gratuitos y la esperanza de un futuro con el que fuera médico de Valle Azul se desintegraban al darse cuenta que él no había logrado aguantar sus impulsos sexuales, utilizando a la hermana de Joaquín Arellano para poner fin a su abstinencia.

Lloró, provocando la ternura y culpa del doctor que quiso abrazarla, pero ella lo impidió, frenandolo con una mano. Sus pensamientos aún confusos le impedían manifestar una opinión clara respecto a lo que estaba sintiendo en ese momento, sólo se limitó a reconocer al médico que la había defraudado.

Cuando Emilia sintió nudillos golpeando la puerta de su dormitorio supo de inmediato quien iba a visitarla. Era algo que no sólo sabía que sucedería, sino que además lo esperaba ansiosamente. El rostro de Carolina reflejaba su profunda decepción. Las lágrimas ya no brotaban de sus ojos, pero no eran necesarios para mostrar la tristeza de la joven. Carolina deslizó un suave "¿Por qué?", cosa que Emilia no pudo responder con palabras. Carolina había hablado con la Gurú cada día que Alonso estuvo fuera, manifestando sus ilusiones y deseos, por lo que no podía menos que sentirse traicionada.

Meses atrás Emilia le había dicho a Carolina que no podía involucrarse con el médico enfermo de la enfermedad que azotaba al mundo, pues su contagio sería inmediato, por lo que Carolina enrostró a Arellano con esta realidad.

- ¿Por que lo hiciste? Sabías que te ibas a contagiar... No sólo me lo quitaste ¡Te condenaste a muerte! -Sentenció una dolida Carolina.

Emilia la miró intensamente un momento, antes de negar con un movimiento de cabeza, bajándola, avergonzada. Carolina temió lo peor, había sido víctima de un engaño y enfrentó a la líder con esta posibilidad. Emilia le aclaró que nunca le había mentido, pero a diferencia de lo sucedido meses atrás, el destino no estaba cerrado.

- Hay una cura... -Concluyó Emilia- La encontraron hace poco en Perú. Todos los contagiados pueden salvarse.

La información llegó a Carolina como una esperanza, aunque no sabía si podría superar que Alonso ya se hubiera involucrado con otra mujer.

CONTINUARÁ...

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