viernes, 30 de marzo de 2012

CAPITULO 12: "El Comienzo del Fin"

Una gruesa nube de humo impedía la visibilidad. Los gritos profundos de los militares intentando controlar el incendio inundaban el lugar. El calor aumentaba, producto de las llamas que alcanzaban rápidamente nuevas dependencias del recinto militar y de tanto en tanto lanzaban rayos de luz que permitían escasamente observar el entorno.

Carolina y Alonso intentaban encontrar una salida, buscando desesperadamente una puerta que al abrir diera hacia el exterior. El tiempo se agotaba y en medio de la desesperación, Carolina comenzó a sentirse sofocada, disminuyendo la velocidad de sus pasos. Trató de afirmarse de algo, pero al no encontrar un objeto que sirviera de pasamanos se desplomó con fuerza, golpeándose la cabeza contra el cemento.

El médico reaccionó al escuchar el estrepitoso ruido y al girarse descubrió el cuerpo de la muchacha en medio del pasillo. Una turba de militares corría a toda velocidad, amenazando con pasar por encima de la joven embarazada, pero un gran grito de Alonso los detuvo.

- ¡Paren! -Gritó con energía, antes de desplomarse junto a Carolina, para darle golpecitos en las mejillas que la hicieran reaccionar- Carolina, abre los ojos, mírame, reacciona ¡Por favor!

El médico comprobó los signos vitales de Carolina. Su corazón seguía latiendo, a pesar de que despertaba. El infierno había estallado al interior del cuartel militar y no había tiempo que perder. Alonso se inclinó sobre la joven, apoyando sus labios sobre los de ella para darle respiración artificial. Lo intentó un par de veces, hasta que de pronto, como si hubiera recibido un golpe de adrenalina, la futura madre abrió los ojos con fuerza, descubriendo al médico a sólo centímetros de su rostro.

La técnica de reanimación tenía efectos de beso de cuento de Hadas para la pareja que hace un tiempo había comenzado a tener sentimientos el uno por el otro y en medio del desastre tuvieron tiempo para perderse en una mirada de amor.

Se abrió de golpe la gruesa compuerta principal, la corriente de aire del exterior absorbió gran parte del humo del incendio, despejando la visibilidad y entre la nube gris, se dibujó la silueta delgada de Emilia avanzando hacia el interior. Tomó a los sobrevivientes de Valle Azul y los obligó a salir del lugar antes que se viniera abajo por completo.

Los militares huyeron, presurosos por salvar sus vidas por sobre el equipamiento militar. Todos los presentes fueron testigos cuando la gigantesca construcción cedió producto del calor que derritió sus cimientos y pronto se vino abajo, enterrando para siempre las instalaciones que incluían vehículos y laboratorios de la Institución.

Emilia habló a Carolina por primera vez con cierto grado de rudeza. Le hizo ver que esas instalaciones contenían las únicas pruebas realizadas para encontrar un antídoto a la enfermedad que azotaba al mundo. Ahora la esperanzas de todos los enfermos, incluido Alonso, se había extinguido para siempre por causa del atentado de la muchacha.

La gurú invitó a la pareja a abordar la van donde Renato dormía, ausente del caos que se había desatado afuera. Ella misma los llevaría hasta el Bunker en el Norte para asegurarse que Carolina llegara bien, sin poner en riesgo su embarazo nuevamente.

En el médico las dudas respecto a la hermana de Arellano aumentaban. La noche que llegó hasta la celda de Raúl ningún militar lo detuvo hasta que había concretado su acción de asesinarlo y cuando Carolina inició el fuego, nadie la bloqueó en la campaña por rescatarlo. Para Montero todo esto parecía haber estado en conocimiento de Emilia, más aún, parecía ser parte de un delicado plan que terminaba tal cuál estaban dándose las cosas.

La mujer que manejaba la van con aparente serenidad llevaba la sangre de Joaquín Arellano corriendo por sus venas y era hija de un hombre que había enloquecido creyéndose Dios, sin embargo había abierto las puertas del recinto militar para que pudieran salir, salvando sus vidas... La líder era un misterio. Emilia era un ángel ¿O un demonio? Su mirada serena impedía obtener una respuesta concreta.

...CONTINUARÁ


jueves, 29 de marzo de 2012

CAPITULO 11: "El Gran Escape"

Los años que Carolina estuvo involucrada en drogas pasó por todo tipo de especialistas que intentaron ayudarla y además fue internada tres veces en clínicas de rehabilitación para que dejara el consumo. A pesar de ser lugares que contaban con altísimas normas de seguridad, el ingenio de la joven siempre la ayudaba para escapar del encierro, eludiendo guardias, doctores y enfermeras.

Alonso había sido tomado preso por terminar con el sufrimiento de Raúl al causarle la muerte y permanecía encerrado en una celda donde era custodiado por dos militares que iban rotando día y noche. Emilia había aconsejado a la futura madre que continuara su viaje hacia el Bunker en el norte e incluso se había ofrecido como compañera para el resto del trayecto, sin embargo el deseo de Carolina era continuar el tramo con Alonso.

Cuando cayó la noche y gran parte del personal militar se encontraba en sus habitaciones durmiendo, la joven se levantó de su cama con cautela, avanzó por el pasillo que llevaba hasta las celdas y observó desde el marco de la puerta el panorama. Los militares de guardia se encontraban conversando animadamente, sin saber que la muchacha analizaba cada uno de sus movimientos. Inspeccionó con la mirada todo el entorno, descubriendo que sobre la mesa un manojo de llaves seguramente contenía la que abría la prisión del que fuera médico de Valle Azul.

Necesitaba generar una situación que sacara a los guardias de la vigilia, por lo que avanzó hasta un pequeño cuarto donde se almacenaban algunos víveres. Tomó papel, un poco de liquido para limpieza y sacando un fósforo de una pequeña cajita, le prendió fuego. Las llamas rápidamente dieron paso a un humo que salió al pasillo, activando las alarmas de incendio y generando al pánico al interior del recinto militar.

Los custodios de Alonso abandonaron su sitio, para ayudar a apagar las llamas, al tiempo que Carolina corrió hasta la celda del médico, quien rápidamente comprendió que el atentado había sido causado por ella para generar el escape. La joven tomó las llaves, temblorosa intentó varias veces hasta dar con la que abría el candado y cuando acertó, escuchó el grito de uno de los militares que había descubierto lo sucedido.

Sin dudarlo un momento el médico levantó la gruesa silla metálica y golpeó al militar, estrellándolo contra un mueble que provocó que cayera inconsciente. Corrieron a la habitación para tomar al pequeño Renato y escapar del lugar, que en cosa de segundos se había convertido en un caos por la posibilidad de que el fuego se extendiera y acabara con todo.

Los pasillos se llenaron de humo, el fuego alcanzó material inflamable incendiando una segunda habitación. Los militares accionaron los sistemas de emergencia, mientras daban ordenes para controlar el infierno desatado. Carolina y Alonso no eran prioridad cuando la base que concentraba toda su inteligencia militar estaba a punto de ser reducida a cenizas.

Ingresaron al dormitorio de la muchacha, descubriendo que el lugar donde dormía Renato ahora estaba vacío. Salieron con premura al pasillo, mirando en todas direcciones, hasta que de pronto, de forma instintiva Alonso miró a una de las cámaras.

Desde otra sala, donde el fuego no era un peligro, Emilia observaba al médico y Carolina a través de la cámara de seguridad. En sus brazos la hermana de Joaquín sostenía al bebé de Magdalena. Su expresión se encontraba congelada, mientras observaba la pareja que en cosa de segundos podía fallecer producto de las llamas. La decisión estaba en sus manos, podía salvarlos o dejarlos morir y quedarse con el infante con quien compartía el fuerte lazo de sangre.

...CONTINUARA


::::...ÚLTIMOS CAPÍTULOS...::::
El Final está muy cerca


miércoles, 28 de marzo de 2012

CAPITULO 10: "Paciente Cero" 2da Parte

La enfermedad que afectaba al mundo entero había caído con especial furia sobre Raúl, alcalde del apacible Valle Azul, afectando su salud física, pero también mental. Desde su diagnostico los cambios de ánimo habían llevado a episodios de violencia, especialmente en contra de Milagros, la mujer con la que había encontrado una segunda oportunidad para el amor luego de 14 años viudo.

Consciente de que su deterioro no se frenaría, había decidido abandonar el pueblo, para así proteger de si mismo a la mujer que amaba. Eduardo, su leal secretario, se enteró de la noticia y rápidamente se montó en un vehículo militar para alcanzar el paso del Alcalde, que ya se encontraba por cruzar la zona de bloqueo que mantenía al pueblo en estado de aislamiento.

Le insistió y rogó una y otra vez que no abandonará el pueblo, que hacerlo sólo lo llevaría a la muerte en el desierto, pero el Alcalde, afectado en sus facultades mentales, lo empujó con fuerza, corriendo para cruzar el puente que llevaba al pueblo, sin considerar que en ese mismo instante las fuerzas militares accionaban el mecanismo que hacía explotar una bomba sobre un cerro, aislando de forma definitiva el lugar.

Eduardo vio a quien fuese su jefe y amigo salir expulsado con la fuerza de la explosión, al ser golpeado con un gran fragmento de roca que lo lanzó al otro lado del barranco, perdiéndose en la nube de polvo y piedra, hasta finalmente quedar tirado en medio de una mancha de sangre. La fuerza del estallido fue determinante para que el secretario concluyera que el Alcalde había muerto.

Hoy, a varios meses de ese suceso, Alonso se encontraba en una instalación militar donde Raúl descansaba con escasas fuerzas en una celda de acrílico transparente. Los militares habían encontrado al Alcalde moribundo poco después de la explosión y se lo habían llevado hasta las instalaciones para realizar toda serie de experimentos con él.

Las semanas que había vivido el Alcalde en este encierro habían sido sin dudas, las peores de su vida, pero a pesar de que los Militares tenían conciencia de que le causaban daño, estaban seguro que en él podrían realizar todas las pruebas médicas que los llevarían a encontrar un antídoto.

A la cabeza de los análisis estaba Emilia Arellano, hermana del difunto líder de la secta, que sin tener grado militar era la única capaz de dirigir los experimentos por sus excepcionales conocimientos de biología. Alonso se sorprendió al escuchar el nombre de la mujer, sin entender por qué esta había guardado dicha información cuando los conoció y se aferró de esto para reiterar a Carolina que no confiaba en ella.

Al caer la noche Carolina, el médico y el bebé Renato recibieron comida y la posibilidad de darse un buen baño. Albergados en pequeñas celdas, que parecían sencillas piezas de hotel, la pareja se reunió en el cuarto de ella para disfrutar la primera cena en semanas.

La futura madre había podido lavar su cabello y lo había laceado en una coqueta cola que descansaba a un costado de su cabeza. Los militares habían conseguido para ella un vestido de seda blanco, que se movía ligero con el gentil movimiento de la muchacha por la habitación. Alonso, quien hace algunas semanas había comenzado a descubrir sentimientos por ella, estaba obnubilado con su belleza y Carolina de forma muy sutil, disfrutaba la coquetería con que le hablaba.

Comieron con luz tenue. Disfrutaron una copa de vino. Rieron por anécdotas pasadas, como no había sucedido desde que habían abandonado el pueblo. El uno descubrió cosas que desconocía del otro, y pudieron compartir la tristeza de haber perdido a la persona amada, revelando episodios vividos con Magdalena y Dante respectivamente.

Ambos estaban solos en un mundo que se extinguía y posiblemente no habrían puestos sus ojos en el otro antes, pero ahora se acompañaban, se apoyaban, habían desarrollado una amistad, que con un poco de trabajo y tiempo podría convertirse en un nuevo amor.

Alonso se levantó de la silla, avanzando sin dejar de mirar a la muchacha y tocó su hombro. Carolina cerró los ojos, disfrutando la caricia, mientras en su cabeza sonaban fuertes las palabras dichas por Emilia. Una sentencia, una orden para salvar su vida. No podía tener relaciones sexuales con el médico, pues esto la contagiaría de la enfermedad que afectaba al doctor y que ya había acabado con un 70% de la población mundial.

Recibió un beso en su hombro y luego sintió el calor de la respiración de Alonso subiendo por su cuello hasta la oreja, erizandola por completo. El médico acarició su brazo, pasando suavemente su mano hasta llegar a la espalda, tomándola por la nuca para hacer que la muchacha levantara la cara y cuando ambos se miraron a los ojos, comprendieron que el momento de su primer beso había llegado.

Ambos sentían deseo. Ambos querían un momento de paz. Ambos querían reconectarse con sus emociones más primarias. Ambos tenían miedo, pero un deseo que superaba el temor. Alonso se inclinó para besarla, quedando a sólo milímetros de los labios húmedos de la joven, que en el último segundo, declinó.

Quiso deshacerse en disculpas, pero para Alonso no eran necesarias. La molestia invadió al médico, furioso por haber cedido a sus deseos y prefirió abandonar la habitación antes de tener una pelea. Carolina quedó en su habitación llorando desgarradamente, sin saber si había hecho lo correcto al rechazar el beso que tanto esperaba.

El médico avanzó furioso por el pasillo que lo conducía a su habitación, pero cuando estuvo a punto de entrar, se detuvo. Mantuvo la mano en la perilla un momento, pensando fríamente en su siguiente paso y cuando lo tuvo decidido, emprendió rumbo en otra dirección.

La habitación transparente de Raúl no tenía guardias, por lo que el acceso para Alonso fue fácil. El Alcalde estaba despierto, últimamente no lograba conciliar el sueño, ni siquiera para eso parecía tener fuerzas. Algunos huesos estaban expuestos producto de la putrefacción de la carne y su cabello se había caído casi por completo. Con dificultad logró articular una frase.

- Ayúdame... -Balbuceó.

Alonso levantó la mano y sin dudar la acercó a la cara de Raúl para tapar su nariz y boca. El Alcalde se agitó unos momentos, cayendo en la desesperación natural, a pesar de que la muerte era lo que más esperaba. Los ojos de Alonso se llenaron de lágrimas, reuniendo las fuerzas para llegar con la acción hasta el final y cuando finalmente sintió que el cuerpo dejaba de moverse, comprendió que el deceso había ocurrido. No tuvo momento para el sufrimiento, pues la voz de una mujer inundó la sala.

- Arrestenlo.

Alonso se giró, descubriendo a Emilia capitaneada por varios militares con armas en las manos. La gurú lo observaba con dureza, sin problemas de determinar.

- Es un asesino.

Raúl permanecia ya sin vida, mientras Alonso no tenía hacía donde escapar.

...CONTINUARA

lunes, 26 de marzo de 2012

CAPITULO 9: "Paciente Cero" 1era Parte

El lugar que antes había sido usado como establo para los animales se encontraba completamente a oscuras. A pesar de que era de día, las tapas sobre puertas y ventanas lo hacían impenetrable por la luz del sol. Un montón de paja estaba apilada en una esquina y en medio de esta, diminuta, casi imperceptible, una pequeña niña abrazaba sus piernas con fuerzas, mientras lloraba sin consuelo.

Una flor del desierto se puso delante de su mirada, pero la niña, superada por su tristeza, negó el recibirla realizando un movimiento de cabeza. Se limpió las lágrimas con la manga de su blusa, intentando controlar las nuevas que luchaban por brotar de sus ojos. Una voz suave, casi maternal, intentó calmarla.

- Ya, linda, tranquila... Todo está bien.

La mano pálida y estilizada de Emilia acarició el rostro de la menor, mientras sonreía amable a la pequeña huérfana para que esta se calmara y dejara de sentir culpa por haberle fallado en la misión asignada. La noche anterior la pequeña había logrado llevarse al pequeño Renato del lado de Carolina, por orden de la hermana de Arellano, pero cuando Alonso había descubierto a los secuestradores, todo el plan se había frustrado.

- Es que... -Repetía entre lágrimas- yo hice lo que usted me pidió, pero ese doctor me quitó a la guaguita...
- No importa, mi amor, quisiste ayudarme y estoy muy agradecida contigo por eso...

Emilia besó a la menor en la frente, antes de ponerse de pie y ordenar severa a uno de los seguidores que la acompañaba que se quedara cuidando a la niña y al resto de los huérfanos del pueblo fantasma. El varón intentó replicar, pero bastó sólo una mirada firme de su líder para que comprendiera que no debía cuestionar sus designios. Luego de la intimidación, la cautivante gurú le explicó a su discípulo que los niños no podían quedarse solos en un pueblo abandonado y hacerse cargo de ellos era la nueva misión que a él le correspondía en la vida. Sin decir más palabras, el hombre de características regordetas y algo apocado en aspecto, observó a su guía abandonando el establo, posiblemente para siempre.

Carolina cocinaba en una improvisada fogata un ave que Alonso había capturado horas antes. El médico se había alejado de la muchacha para montarse en un cerro que le daría la panorámica del entorno, calculando cuanta distancia les faltaba por recorrer para llegar al refugio. La futura madre tarareaba una suave canción, observada con detenimiento por Renato, quien a pesar de sus cortas semanas de vida parecía reaccionar ante la melodiosa voz de la muchacha.

La tranquilidad del momento se vio repentinamente interrumpido cuando un grito de Alonso alertó a la joven. Desde las alturas el médico, en su afán de descubrir la ruta a seguir, vio un grupo de zorros que se acercaba cauteloso hasta el lugar donde la muchacha y el bebé estaban.

- ¡Cuidado!

Carolina se giró, encontrando su mirada de frente a la de un zorro que esperaba el momento exacto para lanzarse sobre ella y atacarla. Alonso descendía el monte corriendo a toda velocidad, mientras la joven marchaba lentamente hacia atrás, acercándose para proteger al menor.

Un segundo zorro se acercó por un costado, emergiendo un tercero y cuarto, todos hambrientos y dispuestos a atacar. Carolina temblaba de miedo, logró sacar al bebé del canasto y lo abrazó con fuerza. Miraba a la distancia a Alonso que intensificaba su carrera en una acción que parecía inútil por lo tardía.

- ¡No, no, no! - Repetía el médico sin césar- ¡Carolina, Renato!

Carolina apretó al bebé con fuerza, dándose cuenta que uno de los zorros había dado un paso adelante, la antesala al ataque. Lanzó una mirada al médico, que era una señal de desesperación, pero también de despedida.

Los dientes del zorro se asomaban intimidantes, la baba caía por un costado de su boca, el gruñido era el único sonido que inundaba en ese momento el desierto de Chile, hasta que repentinamente dio un salto, lanzándose contra Carolina, quien apretó al bebé con fuerza, entregándose a su destino.

Un gran disparo retumbó entre los cerros y el zorro recibió el impacto de una bala que lo lanzó contra el suelo, esparciendo sus entrañas y levantando una nube de tierra. El resto de los zorros huyeron despavoridos, mientras Alonso llegaba junto a la muchacha que abrazó con fuerza.

Ambos miraban en todas direcciones, intentando descifrar el origen del disparo, hasta que un bulto se levantó entre las arenas, revelando a un militar que hasta entonces se mimetizaba con el entorno. Se acercó a la pareja con la diplomacia que caracteriza a la institución y les pregunto sus nombres y de donde venían. Cuando escuchó "Valle Azul" el militar reveló en su rostro una controlada reacción de sorpresa y les pidió que lo acompañaran.

Alonso le preguntó si se dirigían al Bunker que era su destino final, pero quien acababa de salvar a Carolina le respondió que pertenecía a la base anterior al mencionado lugar y que antes de que continuaran su viaje, era importante que vieran a una persona.

Carolina, Alonso y el bebé llegaron hasta una cueva que disimulaba su entrada con una gran roca. El militar los hizo ingresar, revelando en el interior las complejas instalaciones donde todo el personal militar operaba modernos computadores. Avanzaron por un largo pasillo que finalizaba en una celda con paredes transparentes y el Oficial les informó del paciente que se mantenía recluido en el lugar. Era el llamado "Paciente Cero", no por ser el primero en haber manifestado signos de la enfermedad, sino que por ser el que reaccionó de forma más violenta a ella, y era uno de los que había logrado sobrevivir más tiempo, a pesar de que esto era por intervención de ellos mismos.

Sobre una camilla de similares características a la celda descansaba el cuerpo débil de una persona que, producto de la enfermedad y todos los experimentos realizados por los militares, parecía una bolsa de carne putrefacta más que un ser humano.

"Tienes visita" sentenció el militar, provocando que la persona en la camilla se girara con sus escasas fuerzas. Su rostro estaba deformado por manchas y heridas sangrantes, sin embargo Alonso reconoció su mirada. Con impacto el médico se llevó la mano a la boca, sin poder creer a quien estaba viendo.

- Raúl... -Concluyó Montero- Estás vivo.

Quien fuese alcalde de Valle Azul no podía articular respuesta, sólo suplicar con una mirada por ayuda en su sufrimiento.

CONTINUARA...

sábado, 24 de marzo de 2012

CAPÍTULO 8: "¿Donde está Renato?"

El polvo se amontonaba junto a la puerta de deteriorada madera. Algunas huellas de zapato empezaban lentamente a borrarse por efecto de la suave brisa que seguía arrastrando tierra. Se escuchó un ruido lejano, una carrera ansiosa y desesperada que aumentó de intensidad, alcanzando su momento culmine cuando la entrada se abrió de golpe.

Alonso se asomó, desesperado, lanzando miradas en todas direcciones, intentando determinar la mejor opción para continuar la carrera. El hijo de Magdalena había desaparecido del lugar donde dormía y el médico estaba convencido que quien lo había secuestrado, era quien había estado vigilando sus pasos primero en el almacén y posteriormente en la casa que estaba utilizando ilegalmente con Carolina.

- ¡¿Donde está?! - Gritó la desesperada joven.
- ¡Quédate adentro y no salgas! -Sentenció el doctor antes de lanzarse en carrera hacia la Iglesia del pueblo abandonado.

Unas risas infantiles sonaban como un eco lejano. Su origen era imposible de determinar y el cambio en la dirección del viento hacia que el doctor corriera de un lugar y luego al otro, convencido que iba en la ruta correcta.

Cuando alcanzó el punto más alto del pueblo, desde la imponente entrada del templo hecho de adobe, observó el lugar con atención. El graznar de un pájaro se escucha a lo lejos, la montaña parecía silbar cuando el viento golpeaba contra ella, una clara nube de tierra se levantaba a pocos centímetros del suelo y todo parecía indicar que continuaban completamente solos.

Fue entonces cuando Alonso vio una camioneta militar aparentemente abandonada. Su suave movimiento no podía ser causado por la brisa que soplaba, por lo que era evidente que alguien había en el interior. Avanzó con calma, cuidadoso al no saber a quien se enfrentaría. El que fuera médico de Valle Azul se presentaba ante su enemigo completamente desarmado, sólo podía confiar en su valentía para enfrentar a quien se había llevado al hijo de su gran amor.

Avanzó con cautela, quedando a sólo dos pasos del vehículo militar. Un sonido suave, casi inaudible, se hizo cada vez más claro en la medida que iba acercándose. Acercó el oído, ansioso por descifrar el dialogo. La voz parecía el de una joven, más aún el de una niña.

"Quiero quedarme con el bebé..." Fue lo único que alcanzó a oír y envalentonandose, abrió la cortina militar para asomarse hacia el interior de la camioneta. La sorpresa para Alonso fue mayúscula al descubrir que en el interior habían cinco niños que, sintiéndose descubiertos, reaccionaron con gran temor.

Se apretaron entre sí, buscando protección ante el adulto que los había descubierto, y la pequeña que sostenía fuerte a Renato entre sus brazos diminutos intentó contener las lágrimas que pronto rodaron por sus mejillas.

El pueblo había sido azotado por la enfermedad, acabando con todos los adultos del pueblo, dejando vivos únicamente a los niños, que ahora eran los dueños del lugar. Sobreviviendo como si estuvieran en un eterno juego, sin darse cuenta que la tragedia era ahora la protagonista de sus vidas.

Carolina se sintió conmovida por la soledad y el abandono en que vivían los infantes, quienes no presentaban signos de estar enfermos por lo que calificaban para irse con ellos al refugio en el Norte, sin embargo los niños se resistieron a la invitación. Este pueblo fantasma era ahora el lugar donde podrían hacer lo que quisiera, jugar todo el día, entrar y salir de cualquier casa sin pedir autorización. Eran, sin saberlos, los pioneros de una nueva Comunidad que en el futuro, muy en el futuro brillaría con luz propia.

Alonso tuvo una conversación intima con el niño que parecía liderar a los menores. La extraña conversación entre el adulto y el infante se realizó al caer la tarde, sentados ambos en una gran piedra con el sol posándose en el fondo. Los niños, a pesar de sus cortos años e indefensos en apariencia, eran un grupo solido, que podía reaccionar de forma muy violenta con tal de protegerse entre sí.

El médico solicitó permiso para buscar provisiones en el consultorio del pueblo. Lo que verdaderamente quería era tener la posibilidad de examinar a Carolina, quien había descubierto su estado de embarazo, sin tener ningún control del mismo.

Alonso examinó a la muchacha y logrando echar a andar el generador, pudo realizarle una ecografía. El examen fue concluyente, el bebé venía en excelente estado de salud y contaba con 7 semanas de desarrollo. Los ojos de Carolina se llenaron de lágrimas, no sólo por confirmar que su hijo o hija venía en optimas condiciones, también porque esto descartaba su gran temor.

- Es el hijo de Dante... Por el número de semanas, ya no tengo dudas... Es hijo de él.

Alonso abrazó a la joven y la besó en la frente, mientras Carolina se refugiaba en sus brazos. En su interior llevaba el fruto del amor, no de los abusos de quien fuese el líder de la extinta secta.

...CONTINUARÁ

lunes, 19 de marzo de 2012

CAPÍTULO 7: "Pueblo Fantasma"

Un leve estado febril del pequeño Renato obligó a Alonso y Carolina a interrumpir el viaje para encontrar un lugar cómodo y apacible donde entregarle los cuidados. Las carreteras del norte de Chile parecían eternas y la pareja de viajantes había completado dos días de trayecto sin ver presencia humana. Tomaron el desvío hacia un pueblo que ni siquiera aparecía en el mapa, pero que figuraba en la señal de transito indicando que estaba a sólo 15 kilómetros. 

El lugar se encontraba convertido en un pueblo fantasma. Con certeza la cantidad de habitantes habría sido baja, pues el pueblo se reducía básicamente a una larga calle que finalizaba en una Iglesia en la cúspide de un pequeño cerro. 

Buscaron una casa que pareciera confortable y una vez que la muchacha se instaló con el bebé, Alonso emprendió un viaje de inspección para encontrar provisiones en alguno de los Almacenes abandonados. A pesar de estar desolado, quienes vivieron en el lugar habían tenido la precaución de dejar todo correctamente cerrado con candados y las ventanas tapizadas con gruesas planchas de madera. El que fuese médico en Valle Azul debió romper una de las ventanas para colarse al interior de un pequeño negocio, sintiendo que se convertía en un delincuente que entraba a robar, hecho que sucedía sin riesgo de castigo en la que ahora era una tierra de nadie. 

Avanzó por el pasillo del Almacén, revisando los productos que ordenados descansaban en los estantes. Revisó la fecha de expiración, descubriendo que todos estaba dentro del periodo de consumo. Comenzó a llenar una bolsa, privilegiando los productos que no necesitaban preparación, dejando espacio para llevar también galletas y dulces. 

Un ruido interrumpió el proceso. Rápidamente se giró, antes de lanzar un grito con fuerza, provocando intimidar.

- ¡¿Quien anda ahí?! 

Una pequeña lata rodó por el fondo el pasillo hasta llegar a sus pies. La soledad seguramente había hecho que los roedores salieran de sus guaridas, comenzando a tomar posesión del lugar. Cogió algunas provisiones y emprendió la retirada de regreso a la casa que temporalmente ocupaba con Carolina. 

La joven terminaba de lavar al bebé con una toalla húmeda. Había encontrado agua que, tras hervir, utilizaba en la delicada tarea de higienizar al niño. Alonso le advirtió de la presencia de ratones y revisó toda la casa buscando materia fecal, sin embargo descartó la posible presencia de los mismos al no encontrar ningún rastro visible. 

Un ruido de similares características al que había escuchado en el Almacén es escuchó proveniente del segundo piso de la vivienda. Ya no podía ser presencia de ratones, en el pueblo no eran tres personas las presentes, alguien más estaba acechándolos. 

Alonso subió las escaleras corriendo raudo, el escándalo de su acción generó la alerta de quien quería capturar. El médico escuchó pasos corriendo, una ventana que se abría y vidrios que se quebraban con el ímpetu de la abertura. Montero abrió la puerta de una habitación, se asomó por la ventana para mirar al exterior, pero ya no había nadie. Quien los estaba espiando había escapado, ahora la pregunta era que quería conseguir de ellos. 

Esa noche Carolina durmió y el médico hizo vigilia, convencido de que la persona que los acechaba volvería por ellos. Estuvo alerta durante varias horas, sin embargo hacia el amanecer el cansancio le pasó la cuenta y se durmió. 

La ventana rota del segundo piso se abrió lentamente, el sonido era suave, casi imperceptible. Un pequeño  y sucio pie desnudo se introdujo hacia el interior. Eran los pies de un infante que suavemente se colaba al interior de la casa, al tiempo que 4 pares de pies de idénticas condiciones le seguían el paso. Bajaron las escaleras, mientras el silencio se interrumpía sólo por ahogadas risas infantiles. Lo que parecía la antesala a un atentado contra los viajantes rápidamente tomaba tintes de una jugarreta de niños traviesos. 

Carolina abrió los ojos tras un largo sueño y llevó su mirada instintivamente hacia el lugar donde dormía el hijo de Magdalena. Un grito despertó de sobresalto al doctor.

- ¡Alonso!

El mencionado se puso de pie. La expresión de Carolina era de un total desconcierto y desesperación. Horrorizada exclamó.

- ¡Renato no está! 

El pequeño de solo semanas de vida había desaparecido sin dejar huella. 

...CONTINUARÁ

domingo, 18 de marzo de 2012

CAPÍTULO 6: "Todo sobre Emilia"

Emilia Arellano era una mujer mágica. Muchas leyendas se tejían alrededor de su persona, algunos decían que el día que nació el cielo estaba cubierto de nubes, que se despejaron en el preciso instante que ella llegó al mundo. O que su belleza de niña era tan inigualable, que el resto de sus compañeros en el jardín infantil tardaron más tiempo en aprender a hablar, pues su sola presencia los intimidaba a tal punto que enmudecían.

En el paso de niña a mujer, su cuerpo infantil se transformó rápidamente, moldeándose su figura de forma perfecta. A los 18 años abandonó el hogar donde vivía con su padre y hermano, lo hizo para cursar los estudios universitarios que la llevaron a convertirse en una experta en biología, disputada por las más importantes universidades, empresas y laboratorios de todo el mundo.

Fue cuando estaba a punto de cumplir los 30 años que decidió regresar al hogar luego de una década alejada de su familia , y descubrió con espanto que la educación de su padre había tenido efectos devastadores en la frágil mente de su hermano Joaquín, quien a estas alturas se encontraba convertido en una versión menor del patriarca, repitiendo sus delirios sobre el fin del mundo con idénticas palabras.

El regreso a casa no fue una experiencia agradable. Emilia había instalado los pilares de su vida con un tremendo futuro en la ciudad de Santiago y el motivo del regreso a casa era para informarle a su padre que pronto aceptaría una propuesta para irse a trabajar los siguientes 5 años al Mato Grosso en Brasil, cosa que el hombre no tomó de buena manera. Hubo gritos, la discusión se extendió por toda la noche y mientras Joaquín oraba en silencio, pidiendo a Dios que despejara la cabeza de su hermana, esta la insistía a su padre que las profecías del fin del mundo eran falsas y que no pausaría sus sueños para quedarse a su lado por algo que simplemente jamás ocurriría.

Fue en medio de esta intensa pelea sobre las creencias de padre e hija que el corazón del Patriarca de los Arellano no pudo más y repentinamente se detuvo. El silencio, seguido del golpe seco del cuerpo del padre contra el suelo, alertó a Joaquín quien rápidamente corrió hasta la habitación para encontrar a su mentor muerto. Culpó a Emilia por semanas, la acusaba de ser la responsable directa de la muerte de su padre y fue entonces cuando la mujer aceptó quedarse, sin embargo para quien se convertiría en el líder de la Comunidad de los Últimos días, el que consideraba un "asesinato" era algo que jamás le iba a perdonar.

Pasaron los años y cuando Joaquín conoció a Lola y emigró con ella a Valle Azul para fundar su familia, Emilia decidió hacer lo propio en un pueblo cercano a Copiapó. A diferencia de su hermano, Emilia era un imán que atraía a las personas naturalmente, no necesitaba de grandes discursos, ni necesitaba generar dependencia para tener personas que la apoyaran en su tarea. Bastaba que la mujer hablara con su voz suave y clavara sus intensos ojos verdes, para que su interlocutor quedara completamente embobado con la mística representante femenina del clan Arellano.

La culpa por la muerte de su padre fue el único pensamiento que Joaquín logró instalar en ella y la única razón por la que no continuó con sus planes en el extranjero. Quería estar cerca por si la locura de su hermano se desataba, para intervenir y salvarlo, sin embargo cada vez que quiso acercarse a él, recibía solo fuertes palabras de rechazo.

Enterarse de su muerte y las condiciones en que había sucedido lograron remecer los cimientos de Emilia.Su hermano, la única persona con quien compartía lazo sanguíneo, ya no existía.

La información, entregada por Carolina y Alonso, dos forasteros de camino hacia un bunker en el Norte de Chile, le hizo comprender que la locura que había afectado a los varones Arellano podía estar también en su genética y temió por un momento acerca de su sanidad mental. Se coló en la habitación donde dormía Carolina, como una serpiente que se mueve serpenteando sin alertar de su presencia, amparándose en la oscuridad, igual que un animal que espera para atacar a su presa. Observó el rostro de la muchacha durante varios minutos y cuando se acercó a su cara, la despertó con el calor de su respiración.

Carolina reaccionó sobresaltada y para impedir un grito, Emilia tapó su boca con un movimiento brusco. Este acto sólo logró asustar aún más a la joven, pero entonces empezó a hablarle con calma, para transmitirle la misma sensación de quietud.

Los años que había trabajado como bióloga en una Universidad de Santiago la habían acercado al estudio de un virus bautizado temporalmente como "Virus T". Un extraño microorganismo al que los animales comunes parecían inmunes, pero que en los humanos tenía efectos devastadores. Un virus que se mantenía controlado entre las paredes de los laboratorios, pero que pronto por efecto de una negligencia, escapó del lugar.

Una negligencia para la que todos buscaban un responsable, sin saber que se trataba nada más ni nada menos que de la propia Emilia, quien cargando con la culpa por la muerte de su padre, dejó escapar al virus que sabía podría provocar el fin del mundo que el hombre tanto había anunciado.

El proceso fue gradual. Comenzó como un simple resfrío para algunos, otros manifestaron manchas en la piel que parecían el efecto de una alergia, pero con el pasó del tiempo comenzó a mutar, enfermando en diferente medida a todos los que se exponían a él.

Emilia trabajaba noche y día en su laboratorio subterráneo, tratando de encontrar el antídoto que le permitiera salvar su vida, la de su hermano y la de quienes los seguían a ambos. A través de la medicina Emilia pretendía crear la gran farsa para que los amparados bajo el manto de los Arellano creyeran que habían encontrado la salvación.

Los avances fueron inmensos, pero con el caos reinando en todo el mundo, fue cosa de tiempo antes que el rumor de un antídoto llegara a oídos de militares, quienes saquearon el hogar de Emilia y se llevaron las dosis al refugio donde recibirían a los sobrevivientes en el norte.

Emilia, quien gozaba de buena salud y no había contraído la enfermedad, le dio algunos datos a los militares. Eran cosas simple, que se resumían básicamente en que existían dos tipos de personas, las que se veían afectadas por el virus al exponerse a él y los que simplemente no sufrían contagio al respirarlo.

Estos grupos sin embargo pronto comenzaron a mezclarse y Emilia descubrió que quienes no se enfermaban por la vía aérea, lo hacían por transmisión sexual. Emilia suplicó a Carolina que le dijera si el hijo que esperaba era de su hermano, quien estaba afectado por el "Virus T" en los últimos días de su vida. La joven asustada debió entrar en detalles poco elegantes para explicar que las últimas veces que Joaquín había querido estar con ella, la relación se había visto interrumpida. Si algo estaba segura, era que el hijo que esperaba era de Dante, quien jamás se contagió con la enfermedad.

Fue entonces cuando la gurú dictó una sentencia: Carolina JAMÁS podría interesarse en Alonso, pues el médico estaba contagiado y bastaría sólo una relación sexual entre ellos para que la muchacha firmara su sentencia de muerte.

Estas palabras se grabaron con fuego en la cabeza de la mujer que ahora se encontraba de pie frente al desierto florido, con Alonso a su lado, observando la maravilla natural y sintiendo como sus sentimientos por la futura madre comenzaban a transformarse.

Alonso extendió su mano para tomar la de Carolina. La muchacha la aceptó insegura. Este gesto de cariño era el único al que ella podría aspirar con el Doctor y bajó la mirada, aterrada.

- ¿Estás bien? -Preguntó Alonso- No quiero incomodarte...

Carolina asintió en silencio, mientras Alonso apretaba su mano con fuerza. La pareja disfrutaba un momento de tranquilidad, sin saber que desde lejos Emilia seguía sus pasos, velando por la salud de la muchacha o disfrutando el efecto de una mentira.

...CONTINUARÁ

jueves, 15 de marzo de 2012

CAPÍTULO 5: "Florece"

Despuntaba el sol tras la imponente cordillera del Norte de Chile. Los primeros rayos iluminaban tímidamente la magnifica aridez del lugar, aumentando de a poco la temperatura. Las puertas del invernadero de Cristal se abrieron cuando Alonso abandonó el sitio, dispuesto a emprender nuevamente el rumbo hacia el Bunker donde los inmunes a la enfermedad que azotaba el planeta se encontraban reunidos.

Segundos después Carolina, su compañera de viaje con algunas semanas de embarazo, salió cargando al hijo de Magdalena en sus brazos, se detuvo un momento en la puerta para observar el médico que ajustaba las riendas de un caballo que arrastraría la carreta cargada de provisiones para continuar el viaje. La joven lo observaba mientras en su cabeza sonaban reiteradamente las palabras que Emilia le había dicho la noche anterior. Una reveladora conversación que quedaría como información silenciosa entre la líder del nuevo grupo y la futura madre.

- ¿Estás lista? -Preguntó Alonso a la muchacha.

Carolina asintió en silencio, intentando dibujar una sonrisa, mientras sus ojos revelaban una mezcla de miedo y desconcierto. Alonso reconoció el estado de la joven, pero cuando se acercó para preguntarle las razones, Emilia se les unió trayendo un pan amasado recién horneado.

La hermana de Joaquín entregó la ofrenda, deseando que el viaje de la pareja continuara sin complicaciones. Alonso agradeció con frialdad, el lazo sanguíneo de la bella pelirroja con el que fuese su mayor enemigo, generaba una distancia imposible de acortar. El doctor se montó en la carreta, a la espera que Carolina se le uniera. La joven estrechó a Emilia en un fuerte abrazo que duró varios segundos y cuando se separaron, la gurú la miró con sus intensos ojos verdes.

- Recuerda lo que te dije, Carolina... -Enfatizó- Por favor, recuerdalo bien, no lo olvides ni por un minuto...
- Sí... Voy a hacerlo, Emilia... No te preocupes...
- ¿Estás segura que te quieres ir? Tú, Renato y el bebé que estás esperando estarían seguros aquí con nosotros...

Carolina dudó un momento, hipnotizada por la mirada penetrante de la mujer. La voz de Alonso la sacó del encanto.

- Ya es hora, Caro.

La joven sonrió a Emilia, comenzando a alejarse, no sin antes dar continuas miradas hacia atrás. La líder espiritual mantenía su sonrisa dulce, mientras el poder de su mirada generaba un efecto confuso en la mujer que iniciaba su retirada. Carolina abordó el carruaje, que se puso en movimiento cuando Alonso azuzo a la bestia que lo arrastraría, alejándose de la nueva comunidad, dejando atrás a Emilia, a quienes no sabían si volverían a ver.

El silencio dominó a Carolina los días siguientes. Las largas horas de viaje, interrumpidas sólo para detenerse a comer y dormir, eran un eterno mutis de la muchacha respecto a sus pensamientos y a pesar de que Alonso intentó profundizar en lo que estaba sintiendo, a poco andar abandonó la campaña.

Fue durante la noche del quinto día que Alonso, observando a la muchacha que dormía junto a una improvisada fogata, descubrió la paz en el rostro de la joven, quien las noches anteriores parecía atormentada por fuertes pesadillas que la hacían agitarse y quejarse hasta que era despertada. Esta noche la tranquilidad de su sueño la hacia lucir particularmente bella, el hijo de Magdalena arropado junto a la durmiente hacia que el médico recordara a su antiguo amor y comenzaba a dudar si los sentimientos de ternura que estaba experimentando por su compañera eran por la nostalgia o el inicio de algo nuevo.

Carolina abrió los ojos con suavidad, descubriendo la mirada de Alonso y suavemente comenzó a desperezar para preguntarle la razón de su mirada. El médico descolocado, sintiéndose descubierto, simplemente eludió con un escueto "No pasa nada", antes de ponerse de pie para apagar el fuego y retomar el viaje.

El desierto del norte de Chile empezó a verse de colores a lo lejos. El café predominante lentamente comenzó a variar hacia los tonos verdes, rojos y lilas. Una flor solitaria dio la bienvenida a uno de los más maravillosos efectos naturales que ocurrían cada cierto en la zona, frente a los viajantes se encontraba el espectacular desierto florido.

Dejaron la carreta por un momento para admirar la magnificencia del espectáculo. Las flores se perdían de vista, extendiéndose por kilómetros. Era un milagro que en el lugar más seco del mundo surgiera la vida, como también era magnifico que en el corazón cerrado de Carolina y el médico comenzara a nacer un sentimiento del uno hacia el otro.

La pareja se miró, rodeada de la belleza natural, comprendiendo claramente que en ellos también había florecido algo.

...CONTINUARÁ. 

lunes, 12 de marzo de 2012

CAPÍTULO 4: "15 años atrás"

El largo y sedoso cabello de Emilia se mecía con gracia mientras el viento bailaba con el. A su lado Joaquín azuzaba enérgico un caballo de color marrón intenso. Vigoroso intentaba alcanzar a su hermana, quien con gracia y mesura, le llevaba una distancia considerable.

Ambos hermanos, cuyas edades bordeaban los 30 años, recorrían a caballo el majestuoso desierto del norte de Chile, a pocos kilómetros de "Valle Azul", pueblo que merecía su nombre por tener cielos eternamente despejados, y lugar donde el padre de ambos había comprado varios terrenos para fundar en ellos la comunidad que bautizaría con el nombre de "Los Últimos Días", haciendo alusión directa al fin del mundo que consideraba inminente.

Desde niños habían sido criados con una doctrina muy severa. Emilia y Joaquín serían los pilares de una familia que reuniría a todos aquellos que quisieran salvarse de la hecatombe final, sin embargo mientras Emilia recibía con desconfianza las profecías de su padre, para Joaquín dichas palabras lo eran todo, comenzando a desarrollar una convicción que muy pronto dio paso a la locura.

La muerte del padre fue devastadora para ambos, pero quien luego materializaría todas las voluntades del fallecido creando la secta, comenzó a tener la convicción que su padre había sido el mismísimo Dios encarnado y que Él le seguiría hablando incluso después de muerto, para reiterarle su misión en la vida: Crear una Comunidad y engendrar al Salvador del mundo.

Fueron muchísimos los intentos de Emilia porque su hermano recibiera apoyo psiquiátrico, convencida que el shock de la muerte de su padre había terminado por enloquecer a la persona que amaba con toda su alma, pero Joaquín tenía los oídos sordos para sus comentarios. Lo único que le daba fuerzas para seguir viviendo, repetía una y otra vez, era cumplir la tarea que su padre le había encomendado.

Inició la Comunidad con Lola, una dueña de casa aburrida de la rutina en que se encontraba sumida, luego integró a Julia, a quien rescató de las calles y completó el que sería su trío de esposas con Carolina, la muchacha que ahora escuchaba atenta el relato de la líder de una improvisada nueva Comunidad.

Emilia hizo ver al médico del que se había convertido en un pueblo fantasma y a su compañera de viaje que la claridad mental de su hermano se había perdido muchísimo antes de que entrara en sus vidas y que no hubo nadie que pudiera detenerlo y reiteró la invitación a formar parte del nuevo grupo que de forma espontanea se estaba comenzando a gestar.

Alonso comprendió que era momento de continuar su camino. Las palabras de Emilia podían ser tan reales como falsas, y alguien que fuese familiar directo de su mayor enemigo, no era una persona que quisiera tener cerca en estos momentos. La belleza de la mujer era el imán que ya el padre de ella había detectado y en la suavidad de su voz podía esconderse una manipulación aún más peligrosa que la realizada por el líder ya muerto.

La mística representante del clan Arellano se coló en silencio, como una víbora que espera antes de atacar a su presa, avanzando lentamente hasta llegar al lugar donde Carolina dormía antes de continuar su travesía. Su rostro emergió de la oscuridad y sus intensos ojos claros brillaron con la luz de la luna. La sobreviviente de la matanza despertó cuando el calor de la respiración de la líder estaba sobre su rostro y sobresaltada, quiso gritar, pero la mano firme de la Líder le tapó la boca.

- ¡No grites! -Sentenció con voz pausada, pero firme- Hay algo muy importante que tienes que saber antes de continuar tu viaje...

Los ojos de Carolina revelaban el horror que no podía expresarse por el grito censurado y el pánico recorría su cuerpo mientras esperaba ansiosa la información que Emilia tenía para darle.

CONTINUARÁ...

viernes, 9 de marzo de 2012

CAPÍTULO 3: "Su Nombre es Emilia"

El norte de Chile, sus extensos kilómetros de belleza y majestuosidad fueron por años el imán para turistas ansiosos de empaparse de su magia y misticismo. Era un lugar único, que en estos tiempos de "fin de mundo", parecía aún más tranquilo de lo habitual. El lugar perfecto para que personas en búsqueda de su equilibrio interno iniciaran este recorrido y también el escenario ideal para que sectas como la extinta Comunidad de los últimos días forjara su hogar.

Por estas razones no fue extraño para Alonso y Carolina cuando se encontraron en su camino hacia el bunker con un pequeño grupo de sobrevivientes que comenzaban a crear su hogar en las dependencias ahora abandonadas de un hermoso invernadero de cristal. Era un pedazo del cielo en la tierra, en el interior del edificio de paredes de vidrio comenzaba a crecer lentamente la vegetación que afuera empezaba a extinguirse. Arboles frutales, parras e incluso un par de animales salvajes en proceso de domesticación, convivían con la docena de personas que se habían agrupado de forma natural, buscando algo en que aferrarse en estos caóticos tiempos.

Los dos sobrevivientes de Valle Azul rápidamente detectaron las características de Secta que tenía este grupo, por lo que aceptaron su invitación amable de comida y abrigo, estudiando analíticamente cada una de las palabras de quienes los acogían, descubriendo que entre ellos destacaba una mujer de una belleza inmensurable, que se alzaba naturalmente como el líder de ellos.  Tenía la piel blanca como la nieve, profundos e intensos ojos verdes, y un cabello anaranjado que le recorría la espalda hasta llegar a la parte trasera de las rodilla de forma ondulante, su nombre era Emilia, y la serenidad de su hablar, invitaba al letargo y la calma.

La mujer recibió a los recién llegados como si los hubiese estado esperando desde siempre y su invitación fue a quedarse con ellos el tiempo que fuese necesario, sin embargo pronto el médico y su acompañante le aclararon cual era el objetivo de su travesía.

La información sobre el destino de su viaje obligó a los forasteros a contarle a la gurú un poco de su pasado. De la desolación que habitaba en Valle Azul y la masacre que se había desarrollado al interior de la Comunidad capitaneada por Joaquín.

Los ojos de la mujer se cargaron de lágrimas, al punto de tener que tapar su rostro para ocultarla de quienes le relataban los hechos más recientes. La conclusión le resultaba macabra por el baño de sangre que la protagonizaba, pero más aún por una cercanía con la historia que Alonso y Carolina desconocían. Emilia avanzó hasta un pequeño bolso colgado en un pilar y sacó un portadocumentos, extrajo su carnet de identidad y se lo ofreció al médico.

Fueron sólo segundos los que el doctor necesitó para entender lo que la mujer quería decirle y cuando levantó la mirada, con una sonrisa angelical Emilia asintió confirmando sus sospechas.

- Mi apellido es Arellano... Soy la hermana de Joaquín.

...CONTINUARÁ

miércoles, 7 de marzo de 2012

CAPÍTULO 2: "Una Nueva Vida"

Sin pedirlo, Carolina se encontraba haciendo realidad el sueño que había albergado durante toda su vida; Ser madre. No eran pocas las noches que había hecho día pensando una y otra vez cuan distinta habría sido su vida si su retoño hubiera nacido, y esta noche, con una luna llena que iluminaba completamente el majestuoso norte de Chile, el recuerdo del hijo que no había alcanzado a nacer, volvía otra vez a su cabeza. 

Sostenía en sus brazos a Renato, nombre con el que había bautizado, junto con Alonso, al hijo de la que el último tiempo había sido su mejor amiga. El nombre del niño hablaba del "Renacer", pues la promesa del otrora líder de la Comunidad de los últimos días era que este menor sería el Salvador del mundo. Un mundo que vivía su última etapa, azotado por una enfermedad que día a día cobraba más victimas, y que en cosa de tiempo se llevaría al médico que acompañaba a a Carolina en el largo peregrinar hacia un bunker en el norte de Chile. 

Pensaba en su responsabilidad, en cómo el compromiso que le había caído duraría para el resto de su vida, en el hecho que sería este pequeño e indefenso bebé quien la llamaría "mamá" por primera vez y recurriría a ella cuando sintiera miedo. Su hijo, el que alguna vez se albergó en su vientre, habría tenido a estas alturas casi 5 años y seguramente habría sido el motor que la habría impulsado a abandonar la Secta a la que había pertenecido, escapando del baño de sangre de los días más recientes.

- ¿Carolina? - Se escuchó tras la muchacha, interrumpiendo el momento de reflexión- Es tarde... Deberías dormir - Concluyó Alonso. 

La joven se giró, sin levantarse de la piedra en que se encontraba sentada. Con lágrimas en los ojos, articuló con dificultad una respuesta, presa de las emociones que inundaban su corazón. 

- Nunca pensé que sería mamá... Creí que no tendría ese derecho nunca.

Alonso tomó asiento junto a la joven, destapó suavemente la cabeza del bebé, que dormía plácidamente, mientras el silencio se interrumpía sólo por los chispazos de la fogata que les daba calor. 

- Magdalena te dio la oportunidad, Carolina... Ella no sobrevivió para criar a su hijo, pero sé que tú lo harás muy bien... 
- Tengo miedo -Respondió la joven con voz temblorosa.
- No tienes por qué... Yo voy a estar contigo lo que me quede de vida para apoyarte, y después lo harán las personas del refugio...
- Es que... No es sólo por eso...

Alonso borró su sonrisa, frunciendo el ceño, muy extrañado. La luz del fuego iluminaba las lágrimas que ya comenzaban a rodar por las mejillas de la joven, quien con tristeza dibujaba una sonrisa. 

- Nunca pensé que sería mamá... Hasta ahora... Y no lo digo sólo por Renato, sino que siento realmente... Que hay vida creciendo dentro mío.

Las palabras de la muchacha parecían dubitativas, pero en su mirada el doctor encontró el convencimiento. Podían haber huido de Valle Azul, pero la joven llevaba dentro suyo una gran parte de la historia ocurrida. 

- Estoy embarazada... Estoy esperando un hijo de Dante. 

...CONTINUARÁ.

martes, 6 de marzo de 2012

CAPÍTULO 1: "El Minuto siguiente"

El líder de la Comunidad se encontraba tirado de espalda, muerto, con un impacto de bala en la frente, en la entrada de la Secta que había formado con la promesa de albergar a quienes quisieran salvarse del fin del mundo. Su cuerpo llevaba algunos minutos de fallecido, pero el calor del Norte de Chile había secado la sangre que brotaba de su herida. Un roedor se acercó tímidamente, olfateando el cadáver antes de subir por la pierna, recorriendo el abdomen hasta llegar a la barbilla del líder, que mordió buscando alimento.

Un grito espantó al pequeño roedor, haciéndolo escapar con prisa. "¡Joaquín!" retumbó por todo Valle Azul, cuando Milagros encontró al hombre que durante años había torturado a su hija y gritó, mezclando la sorpresa y el alivio, al ver que el hombre que tanto había dañado a su familia finalmente estaba muerto.

Del interior de la Comunidad emergió Alonso, el médico del pueblo, cargando un pequeño bebé en sus brazos. El hijo del líder y la mujer que ambos amaron. Los ojos del doctor estaban cargados de lágrimas, mientras emocionado abrazaba al niño con apenas minutos de nacido, avanzando hacia Milagros, quien reconocía en el bebé a su segundo nieto.

- ¿Es... Es...?
- Si, Milagros... Es tu nieto.

Milagros recibió el bebé con cuidado, enterneciéndose con la mirada del recién nacido y aguantando las lágrimas para poder saludarlo. Recorrió el rostro del bebé con un dedo, suave, cálida, con amor de abuela.

- Mi amor, eres tan lindo... Igualito a mi Magdalena cuando nació... -La mujer levantó la mirada para preguntarle al médico con repentino interés- ¿Cómo está Magdalena?

Alonso reaccionó con sorpresa, su sonrisa se borró, al no entender la razón por la que la mujer la hacía una pregunta que le parecía sin sentido.

- ¿Por que me pregunta eso, Milagros? Pregunteselo usted...
- ¿Está adentro?
- Milagros, por favor... Está aquí al lado mío.

El silencio de Milagros, provocó rápidamente el ejercicio mental de Alonso, quien consciente de la enfermedad que había azotado al pueblo, recordó que una de sus características era ver gente muerta. Sus ojos se cargaron de lágrimas, cubriéndose el rostro con fuerza, dimensionando el luto que se le venía por delante.

- No, Milagros, no puede ser... No puedo... No puedo pasar por esto de nuevo... Magdalena no... No puede estar muerta... ¡No puede haber muerto! ¡No!
- ¿Donde está? ¡¿Donde está mi hija?!
- Adentro... En la pieza... Murió después del parto...

La mujer, que recientemente había perdido a su nieto e hija, producto de sangrientos desenlaces, entregó nuevamente el menor al médico y avanzó con prisa a despedirse de la menor de sus retoños. El médico, una vez a solas, sosteniendo el bebé en sus brazos, se entregó a la tristeza con un llanto desgarrado.

- ¿Por qué, Magdalena? ¡¿Por qué te fuiste?!

El joven médico observó al bebé que desde este momento se convertía en su responsabilidad. Muchas veces el líder ahora muerto había asegurado que él sería el salvador del mundo cuando el final de los tiempos llegara, pero ese hecho ya estaba aquí, era parte de la realidad, la enfermedad y la muerte había azotado el pueblo y se expandía rápidamente por todo el planeta. Alonso comprendió que el niño que sostenía en sus brazos podía no ser un Salvador, pero era el único legado de la mujer que fue dueña de su corazón y sería su responsabilidad el tiempo que le quedara de vida. Un refugio en el Norte era la esperanza para los inmunes de la enfermedad y el médico, con una sentencia de muerte inminente, decidió iniciar el éxodo hacia ese lugar.  Milagros, afectada con la misma enfermedad, pero devastada emocionalmente, desistió de ir en la búsqueda de aquel lugar, esperando que el final de su vida le llegara en el pueblo donde siempre vivió.

Alonso inició de esta forma la que sería una larga caminata hasta llegar al bunker, pensando en las complicaciones que podrían presentarsele en el camino y sintiendo como su salud física y mental empezaba a deteriorar producto de los últimos episodios vividos. Sería una largo y solitario camino, pensaba una y otra vez en esto, hasta que la voz suave de una mujer joven lo llamó por su nombre. Carolina era la única sobreviviente de la matanza en la Comunidad, su cuerpo no había sido atacado por la enfermedad, era una mujer con muchos años por delante y la voluntad de restaurar su vida y ser feliz. Una muchacha que poseía fuerza y virtud y que desde este momento se convertiría en la compañía en el camino del médico.

Alonso tenía una misión y Carolina llenaba el vacío de la maternidad que había interrumpido cuando abortó  por voluntad del líder. El médico llevaría al hijo de Magdalena hasta un lugar seguro y aquí Carolina sería la madre que lo criara como si fuera suyo. Era el inicio de una larga aventura, una aventura que ahora vivirían juntos....

...CONTINUARÁ