lunes, 12 de marzo de 2012

CAPÍTULO 4: "15 años atrás"

El largo y sedoso cabello de Emilia se mecía con gracia mientras el viento bailaba con el. A su lado Joaquín azuzaba enérgico un caballo de color marrón intenso. Vigoroso intentaba alcanzar a su hermana, quien con gracia y mesura, le llevaba una distancia considerable.

Ambos hermanos, cuyas edades bordeaban los 30 años, recorrían a caballo el majestuoso desierto del norte de Chile, a pocos kilómetros de "Valle Azul", pueblo que merecía su nombre por tener cielos eternamente despejados, y lugar donde el padre de ambos había comprado varios terrenos para fundar en ellos la comunidad que bautizaría con el nombre de "Los Últimos Días", haciendo alusión directa al fin del mundo que consideraba inminente.

Desde niños habían sido criados con una doctrina muy severa. Emilia y Joaquín serían los pilares de una familia que reuniría a todos aquellos que quisieran salvarse de la hecatombe final, sin embargo mientras Emilia recibía con desconfianza las profecías de su padre, para Joaquín dichas palabras lo eran todo, comenzando a desarrollar una convicción que muy pronto dio paso a la locura.

La muerte del padre fue devastadora para ambos, pero quien luego materializaría todas las voluntades del fallecido creando la secta, comenzó a tener la convicción que su padre había sido el mismísimo Dios encarnado y que Él le seguiría hablando incluso después de muerto, para reiterarle su misión en la vida: Crear una Comunidad y engendrar al Salvador del mundo.

Fueron muchísimos los intentos de Emilia porque su hermano recibiera apoyo psiquiátrico, convencida que el shock de la muerte de su padre había terminado por enloquecer a la persona que amaba con toda su alma, pero Joaquín tenía los oídos sordos para sus comentarios. Lo único que le daba fuerzas para seguir viviendo, repetía una y otra vez, era cumplir la tarea que su padre le había encomendado.

Inició la Comunidad con Lola, una dueña de casa aburrida de la rutina en que se encontraba sumida, luego integró a Julia, a quien rescató de las calles y completó el que sería su trío de esposas con Carolina, la muchacha que ahora escuchaba atenta el relato de la líder de una improvisada nueva Comunidad.

Emilia hizo ver al médico del que se había convertido en un pueblo fantasma y a su compañera de viaje que la claridad mental de su hermano se había perdido muchísimo antes de que entrara en sus vidas y que no hubo nadie que pudiera detenerlo y reiteró la invitación a formar parte del nuevo grupo que de forma espontanea se estaba comenzando a gestar.

Alonso comprendió que era momento de continuar su camino. Las palabras de Emilia podían ser tan reales como falsas, y alguien que fuese familiar directo de su mayor enemigo, no era una persona que quisiera tener cerca en estos momentos. La belleza de la mujer era el imán que ya el padre de ella había detectado y en la suavidad de su voz podía esconderse una manipulación aún más peligrosa que la realizada por el líder ya muerto.

La mística representante del clan Arellano se coló en silencio, como una víbora que espera antes de atacar a su presa, avanzando lentamente hasta llegar al lugar donde Carolina dormía antes de continuar su travesía. Su rostro emergió de la oscuridad y sus intensos ojos claros brillaron con la luz de la luna. La sobreviviente de la matanza despertó cuando el calor de la respiración de la líder estaba sobre su rostro y sobresaltada, quiso gritar, pero la mano firme de la Líder le tapó la boca.

- ¡No grites! -Sentenció con voz pausada, pero firme- Hay algo muy importante que tienes que saber antes de continuar tu viaje...

Los ojos de Carolina revelaban el horror que no podía expresarse por el grito censurado y el pánico recorría su cuerpo mientras esperaba ansiosa la información que Emilia tenía para darle.

CONTINUARÁ...

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