viernes, 11 de mayo de 2012

CAPÍTULO 19: "El Diario de Julia"



Con el sol emergiendo detrás de los cerros, inició un nuevo día. Un vehículo militar preparaba las provisiones para una larga travesía hasta Perú. Carolina, Alonso y Emilia emprenderían viaje hacia el lugar donde se aseguraba había aparecido una cura contra la enfermedad que había desolado a gran parte del planeta tierra.

Una fría distancia se había instalado entre Alonso y Carolina después que la joven descubriera que el médico había despertado junto a Emilia, completamente desnuda, en una instalación militar. Alonso insistía en su versión. Sus recuerdos estaban borrados y no podía asegurar, ni negar que había sucedido con la hermana de Joaquín Arellano.

El último recuerdo de Montero era la comida que la propia Emilia le había servido, donde sin dudas podría haber habido algún tipo de somnífero que facilitara el montaje, pero esto era parte de las especulaciones.

La madre de la pequeña Eva escuchaba sin responder los argumentos que Alonso repetía una y otra vez, mientras ella preparaba el equipaje que usaría para el viaje. Cuando finalmente Montero dejó de hablar, la hermosa muchacha lo miró con sus expresivos ojos marrones y le hizo ver que si lo estaba acompañando en la nueva travesía, era únicamente porque quería descubrir si la versión de un encuentro sexual que aseguraba Emilia, era verdadero o falso.

Alonso no comprendió como el viaje podría resolver el misterio y entonces Carolina le recordó que la enfermedad, para quienes no habían muerto por contagio natural, en su última etapa de propagación era vía sexual. Emilia hasta hace poco estaba sana, si al llegar al lugar donde estaba el antídoto seguía estandolo, simplemente no había habido sucedido lo que afirmaba.

El reloj hizo su transición de las 05.59 a las 06.00 AM. Los gruesos portones del Refugio se abrieron, dejando salir la camioneta que se convertiría en el medio de transporte del grupo con destino a Perú. Emilia, en el fondo del medio de movilización, notaba la molestia de Alonso y Carolina, por lo que aislada se había cubierto con una manta para abrigarse del frío matinal, mientras abría un antiguo cuaderno con tapa de cuero: El diario de vida de Julia Ossa.

Carolina amamantaba a Eva, mientras a su lado el pequeño Renato dormía plácidamente. Alonso aprovecha el silencioso viaje para pensar en su realidad. Nuevas manchas de la enfermedad mortal habían aparecido por todo su cuerpo, por lo que de no encontrar el remedio, su final era inminente.

Emilia lucía absorta por la lectura, conociendo por palabras de la que fuese su aliada, la realidad que se había vivido en la llamada "Comunidad de los últimos días". Se enteró de los abusos, de las injusticias, los crímenes cometidos y por sobre todo, del dolor que habían vivido los otros dos pasajeros del camión.

Al llegar a un descampado se detuvieron para comer. Los militares que se turnaban en la tarea de conducción no sólo aprovecharon de comer, además de dormir productor del cansancio por el viaje. Carolina le pidió a Emilia que la acompañara a dar una vuelta, en una invitación que podría ser la previa a una gran discusión o la instancia de una tregua.

Arellano accedió y juntas se alejaron, buscando privacidad. Carolina, que en los últimos meses había descubierto en Emilia a una amiga, le enrostró lo sucedido con Alonso y le pidió las razones. Emilia no pudo argumenta más que la soledad y la fuerte, pero no querida, atracción que sentía por el médico. Carolina le hizo ver que desde que habían dejado Valle Azul habían pasado casi 6 meses, periodo en que ella esperó con ansias el momento para poder concretar los sentimientos que también albergaba por Montero, pero que había frenado por el miedo a enfermar estando embarazada de su pequeña hija. Carolina, con los ojos cargados de lágrimas y el corazón destruido, le suplicó a Emilia que le dijera la verdad. Para Alonso todo era una gran nebulosa de confusión, pero ella sabía exactamente que había pasado esa noche.

En silencio Emilia miró a la suplicante muchacha. Carolina, con desesperación y angustia, esperaba su respuesta, mientras que Emilia intentaba formular una palabra que nunca se llegaba a concretar.

Alonso se coló al camión buscando algo de comida, pero fue el diario de Julia lo que le llamó la atención envuelto en la chaqueta de Emilia que estaba sobre el asiento. Sabía que no era correcto revisar los objetos de la hermana de Arellano, pero aún corroboró que los militares durmieran y que las mujeres estuvieran lejos y lo abrió. Grande fue su sorpresa al descubrir de que se trataba el documento, pero más aún cuando encontró el capítulo en que Julia hablaba de Emilia... Su gran amiga... Sedienta de venganza.

... CONTINUARÁ

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