miércoles, 4 de abril de 2012

CAPÍTULO 14: "El Final"


Eran semanas las que Alonso llevaba a la espera de un vehículo en dirección al Bunker donde Carolina había sido encerrada. Las carreteras desoladas seguían vacías, ya que muy pocos de los sobrevivientes a la enfermedad que había arrasado con gran parte de la población mundial sabían de la existencia de este refugio.

Un vehículo se divisó en el desierto. A estas alturas la imagen tenía iguales posibilidades de ser fantasía o realidad. Cuando estuvo a pocos metros de distancia, el médico se lanzó a la mitad del camino, interponiéndose en su ruta, agitando las manos para obligarlos a detenerse. La familia, conformada por padre, madre y los dos hijos pequeños, no manifestaban signos de estar enfermos y Alonso, con los conocimientos que les daba su profesión, corroboró su perfecto estado de salud. Se ofreció a llevarlos hasta el lugar de residencia de los inmunes, con la única condición que una vez que llegaran lo ingresaran al recinto, oculto en la maletera.

La familia, a regañadientes, aceptó, al descubrir que la razón de su mirada desesperada era que necesitaba volver a encontrarse con Carolina, la joven que en estos días llenaba su corazón. El camino fue el momento para que el médico les contara los detalles de la historia trazada con la muchacha, remeciendo sus recuerdos y la ansiedad por volverla a ver.

Lograron vencer la vigilancia militar y una vez dentro fueron asignados a una pequeña cabaña donde Alonso se hospedó por esa noche, sin embargo al despuntar de un nuevo día la desesperación por encontrar a Carolina lo hizo huir apenas los rayos de luz comenzaban a iluminar el lugar.

No  fue mucho lo que le costó al médico dar con el hogar de los Ortega, donde el padre y hermanos de Carolina, cuidaban de la joven que ya evidenciaba su embarazo con un vientre abultado. El médico observó desde lejos, esperando el momento que la joven estuviera sola para acercarse y decirle que había llegado a rescatarla, sin embargo a los pocos minutos comenzó a analizar la sonrisa de la muchacha, la forma en que hablaba con su familia y como era el centro de las atenciones de todos quienes la rodeaban. Luego de unos momentos Alonso lo comprendió: Carolina estaba en paz y era feliz.

Los pensamientos se atropellaban en la cabeza de Alonso, quien contagiado con la enfermedad tenía un pronostico de muerte inminente, además su móvil era un amor que no estaba completamente seguro de estar sintiendo y de llevarse a la muchacha, sería para continuar una travesía por el desierto, luchando por sobrevivir, alimentarse y tener comodidades que no se comparaban a las que ya existían en el refugio.

- Ella está bien aquí...

Fueron las palabras que sonaron de la boca de Emilia, quien llevaba ya un rato observando a Alonso. El médico se giró para mirar a la gurú con el mismo resentimiento de siempre, pero esta vez la mujer le sonrió de forma calida, intentando serenarlo.

- Si dejé que entraras en la maletera del auto y pasaras la noche acá es porque sabía que cuando vieras a Carolina, lo comprenderías... Es feliz.
- Le lavaste el cerebro.. ¡Este lugar no es distinto a la secta donde la tenía tu hermano! Sólo cambió la decoración... ¡Pero es la misma cosa!
- Si realmente crees eso... -Respondió con tono pausado- acércate a Carolina, díselo y yo mismo les paso un auto para que se vayan muy lejos de aquí...

Alonso volvió a mirar a Carolina. La muchacha recibía en el vientre el tierno beso de su padre, que emocionado acariciaba al que sería su futuro nieto, mientras uno de los hermanos de la joven jugaba con el pequeño Renato intentando sacarle una sonrisa.

-  Pero si realmente la quieres, lo que tiene que importarte es su felicidad... -Concluyó la guía- Es el momento de tomar una decisión...

Alonso pensó un momento, antes de finalmente desistir de los que eran sus planes iniciales. Preguntó a Emilia si el auto que le había ofrecido estaba disponible para él, a lo que la gurú confirmó con un movimiento de cabeza. Los militares prepararon el vehículo, llenando el estanque con combustible y preparándolo con provisiones de alimentos para las siguientes semanas. El médico lo abordó, dando una última mirada hacia atrás, consciente de que dejaba a Carolina para siempre. Puso la mano en la llave, temblando antes de finalmente girarla para echar el auto a andar. Las gruesas puertas metálicas se abrieron, dejando salir al médico, con rumbo desconocido.

Desde un rincón, Carolina emergió cuando confirmó que Alonso se había ido. Sus ojos se llenaron de lágrimas, aguantando un llanto que luchaba por explotar. Emilia puso su mano sobre la de ella, dándole fuerzas.

- Hiciste lo correcto, Carolina... -Concluyó la hermana de Joaquín Arellano- ...No se habría ido si no te hubiera visto sonreír...
- Voy a extrañarlo... -Respondió afectada.
- Él va a estar bien... Tú lo estarás... Y tu hijo también lo hará... -Se acercó con el cariño de una madre, susurrando con delicadeza- Créeme. Yo me encargaré de eso...

Alonso manejó por horas, alejándose cada vez más del refugio. Los días, semanas y meses avanzaron muy lento, pero de pronto, casi sin saber como, llegó el momento en que Carolina dio a luz. Emilia asistió el parto de una hermosa niña a quien la líder aconsejó llamar "Eva", pues estaba convencida que ella y el pequeño Renato serían los pilares de una nueva sociedad. Una sociedad limpia, sin egoísmos, odios, ni traiciones. Un nuevo mundo.

Todo lo malo era parte del pasado y este, era el comienzo de una etapa de plenitud. Los últimos días ya habían terminado, estos eran los primeros de algo nuevo...

FIN

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