domingo, 15 de abril de 2012

CAPÍTULO 16: "Una noche que no existe"



La noche en el desierto de Chile estaba particularmente helada. La caravana que regresaba al oasis del Norte, también llamado refugio o bunker, llevando a Alonso a su reencuentro con Carolina se había detenido para descansar  y continuar la travesía al despuntar el sol.

El médico dormía en la parte trasera de una camioneta que, supliendo las necesidades básicas de cama y luz, se había convertido en un improvisado dormitorio. Su rostro revelaba la baja de peso de los últimos meses. Su dieta se había reducido a pequeños animales que cazaba y la escasa agua que había bebido se reflejaba en un rostro fatigado y reseco. Dormía como un niño, tras comer una cena que le había llevado las fuerzas militares, cuando de pronto alguien ingresó, dibujándose como una sombra sobre él.

La mano de Emilia destapó la frazada que cubría a Montero. La hermana del líder de la extinta "Comunidad de los últimos días" observó su rostro detenidamente, analizando cada detalle de su rostro, repasando mentalmente el episodio de sangre en el que Alonso había acabado por accidente con la vida de Maximiliano, su único amor. La serenidad de la mujer y sus enigmática mirada hacían imposible deducir cuales eran las intenciones que se ocultaban en su cabeza.

Al amanecer el médico despertó y se encontró en la cama desnudo, con Emilia de la misma forma junto a él.  Su primera reacción fue de desconcierto, pero superado por la sorpresa, no logró formular palabra a la mujer que seguramente había pasado las últimas horas abrazada a su pecho.

Emilia comenzó a desperezar, descubriendo el rostro desencajado del doctor, que con una mirada desesperada esperaba una explicación para lo que había pasado, sin embargo ella depositó sus labios sobre los de él a modo de un suave beso. Alonso lo recibió durante un segundo, pero luego la empujó con violencia. Exigía que la hermana de Joaquín le dijera que había pasado entre los dos, sin embargo ella sonrió creyendo que se trataba de una broma. Alonso se puse de pie de golpe, tomando su ropa para ponérsela con prisa. La gurú se cubrió avergonzada, aguantando las lágrimas por lo que consideraba un trato humillante y con una mano alcanzó su ropa, para calzársela con prisa y así huir del lugar.

Alonso insistía que ella debía haber hecho algo, haberlo drogado o algo del estilo, para crear este montaje, pues él la única mujer que aseguraba que existía en sus pensamientos era Carolina. Antes de abandonar el vehículo Emilia se giró y mirándolo fijamente a los ojos le enrostró si podría consumar su relación con Carolina, ahora que había pasado la noche con ella.

Estas últimas palabras se repitieron una y otra vez en la cabeza de Alonso durante todo el viaje hasta el Bunker. Emilia iba sentada de copiloto, en silencio, mientras el médico desde la última fila no dejaba de mirar el paisaje.

Fueron largas horas de un silencio absoluto, mientras Montero repasaba una y otra vez lo que diría a Carolina cuando la volviera a ver. La noche anterior se encontraba borrada de su cabeza, pero despertar con Emilia desnuda en sus brazos era una prueba irrefutable de que algo había pasado entre ellos.

Las grandes puertas de hierro se abrieron y la delegación militar ingresó al Recinto. Alonso se bajó del vehículo, sin una respuesta clara en su cabeza. Emilia se le acercó para preguntarle si estaba listo para ver a Carolina, sin embargo el médico tenía serias dudas respecto a esto. En su mente competían la idea de hablarle a la madre de Eva con la verdad o regresar por el mismo camino que había llegado.

- Alonso...

Se escuchó tras el médico. Al girarse encontró a carolina con su pequeña hija en brazos. La muchacha sonreía esperando un abrazo del hombre que había extrañado los últimos meses.

... CONTINUARÁ

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